Fragmento de la entrevista con Martin Seligman
“No
existen atajos para conseguir la felicidad”
Por Eduardo Salvador
Martín
Seligman, expresidente de la American Psychological Association,
lidera actualmente una auténtica revolución dentro
de la psicología, que hasta ahora se había centrado
casi exclusivamente en los traumas, trastornos y patologías
de la mente. Frente a esta psicología “negativa”,
Seligman ha fundado el movimiento de la psicología positiva,
que estudia las emociones placenteras, el desarrollo de las virtudes
y la búsqueda de la felicidad.
Se
habla mucho de la depresión y del estrés que provoca
la vida moderna ¿Es cierto que en nuestra sociedad la gente
está cada vez menos feliz?
Bueno,
es distinto hablar de la felicidad y de la depresión. Tenemos
estudios muy rigurosos desde hace sesenta años sobre el nivel
de felicidad en los Estados Unidos y en algunos otros países,
y lo que indican es que este nivel no ha variado en absoluto. Lo
cual es sorprendente, dado que todos los indicadores económicos
se han disparado en el mismo período. Está muy comprobado
que el dinero, a partir de un cierto nivel mínimo, no da
la felicidad. Pero además en todos los países desarrollados
se dan diez veces más casos de depresión hoy que en
los años cincuenta, y han aumentado en menor medida otras
patologías como la ansiedad.
¿Qué
explicación le da a esto?
Nadie
lo sabe a ciencia cierta, aunque yo tengo mi hipótesis. Creo
que influyen varios factores. Uno es que la gente tiende a tomar
atajos para conseguir el placer: las drogas, el sexo sin amor, la
televisión, las compras. Y no soy tan moralista como para
sugerir que la gente no haga estas cosas, pero si alguien basa su
vida exclusivamente en atajos y descuida los otros aspectos de su
vida, como el desarrollo personal o el sentido que da a la vida,
acabará sacrificando su felicidad a largo plazo. El problema
es que cuando más rica sea una sociedad, más atajos
existen.
Otro
es el tamaño relativo de la dimensión del yo frente
a la dimensión del grupo. Cada vez pesa más el individuo
y menos las colectividades. La familia cada vez es más pequeña,
se desvanecen las ataduras a la nación, a la comunidad, al
grupo religioso. Éstas eran las instituciones tradicionales
nos apoyaban en los momentos difíciles, que a lo largo de
la historia han sido las medidas antidepresivas más eficaces,
y están desapareciendo
Y por otro lado las ciencias sociales nos han enseñado que
somos víctimas de nuestro entorno, que lo importante no es
el individuo quien está en control sino los factores externos
que nos limitan y nos manipulan. Esto es una formula perfecta para
la depresión.
¿Cuál,
entonces, es su receta para la felicidad?
En
realidad tengo tres, que se aplican a tres niveles que llamo la
vida placentera, la vida buena y la vida con sentido. Para la primera
la receta es llenar la vida de todos los placeres posibles, y aprender
una serie de métodos para saborearlos y disfrutarlos mejor.
Por ejemplo compartirlos con los demás, aprender a describir
y recordarlos, y también utilizar técnicas como la
meditación para ser más conscientes de los placeres.
Pero este es el nivel más superficial.
El segundo nivel, el de la buena vida, se refiere a lo que Aristóteles
llamaba eudaimonia, que ahora llamamos el estado de flujo. Para
conseguir esto la formula es conocer las propias virtudes y talentos
y reconstruir la vida para ponerlos en práctica lo más
posible. Con esto se consigue no una sonrisa sino la sensación
de que el tiempo se para, de total absorción en lo que uno
hace. La buena vida no es esa vida pesada de pensar y sentir, sino
de sentirse en armonía con la música vital. Creo que
mi perro lo podría resumir así: “corro y persigo
ardillas, luego existo”.
El
tercer nivel consiste en poner tus virtudes y talentos al servicio
de alguna causa que sientas como más grande que ti. De esta
manera dotas de sentido a toda tu vida.
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