Misión imposible
Un ángel-jefe mira con rigor a su subordinado:
- Informa. En dos palabras: ¿cómo va el proceso?
- Vive. Trabaja. Tiene esperanzas.
- ¿En qué?
- Es difícil de definir. Dos veces le he hecho soñar con un sueño de mucha alegría y felicidad. Pero al despertar no recuerda nada. Dice que cansa mucho en el trabajo.
- ¿Qué hay en su trabajo?
- Bueno, lo de siempre: jefes, ajetreo, rumores.
- ¿Los jefes son muy severos?
- Los jefes son como los jefes de toda la vida: normales y corrientes, igual que en cualquier parte. Pero les tiene mucho miedo, no sé por qué.
- ¿Le ahuyentaste sus miedos?
- Por supuesto, ya por el camino a la oficina. Aleteaba con todas mis fuerzas por encima de su cabeza. Incluso disipé las nubes. Tuve que rozar su oreja con el ala para que se de cuenta de que hizo sol.
- ¿Alguna guapa desconocida por el camino? ¿Bien vestida y con olor a perfume excitante?
- Buenoooo, me está ofendiendo … Les hice tropezar cara a cara en el metro.
- Y ¿qué tal?
- Nada de nada. Dijo "perdona" y siguió su camino ensimismado.
- Y ¿después del trabajo?
- Pasar por el supermercado. La tele. Cenar. Internet. Dormir.
- ¿Le habías roto la tele?
- Claro que sí. Pero por alguna razón compró una nueva.
- ¿Le quitaste Internet?
- Por 5 días seguidos. Tuve que hacer una avería en la estación base. Y este, al no tener Internet en casa, se quedaba en el trabajo después de su jornada laboral hasta muy tarde. Eso les está permitido.
- Vale. Y ¿los fines de semana?
- Dormir hasta la hora de comer. Comer. Hacer limpieza en casa. Por la tarde: amigos, conversaciones de nada, mucha cerveza o algo más fuerte. De madrugada a casa. Por la mañana se despierta con resaca. Después todo el día pasa pegado a la tele u ordenador.
- Y ¿ella?
- Está vive a tres casas de él. Hacen compra en el mismo supermercado.
- ¿Les hiciste topar una con el otro?
- Hice todo como es debido y más: en la parada del autobús, en el metro, en las fiestas del barrio.
- ¿Comprobaste las líneas de la vida de ambos?
- Sí, ¡coinciden! Es que allí está la cosa, es la ciudad … Es su estilo de vida … ¡Ya no puedo más! ¡Es una misión imposible!
- ¡Conversaciones fuera! ¿Dónde está tu lista de los remedios drásticos?
- Aquí está, jefe. “El gripe con la fiebre alta y delirios. Esguince y fractura de hueso/s. Un accidente de coches. Quiebra del negocio. Incendio. Un desorden público. La crisis financiera. La guerra civil ….”
- ¡Ya vale! Para, para… El tuyo ya era el tres mil ochocientos cincuenta y quinto informe semejante. ¿Es que habéis perdido la costumbre de trabajar? A ver … tú, contacta con el turno paralelo, diles que en nombre del Amor tenemos permiso para aplicar los métodos drásticos. Pero se elige sólo uno a la vez.
- ¡A sus órdenes, señor!
- Y dentro de un mes quiero un informe sobre el nivel de Amor y Cariño en la ciudad. ¡A trabajar!
- ¡A sus órdenes, señor!
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