Santiguarse. Nueva interpretación del antiguo ritual.

Otra interpretación del hecho de santiguarse y del modo de juntar los dedos.
No es para justificar la iglesia, sino encontrarle una explicación lógica, fuera de la interpretación libre de sus “sirvientes”.


En la ortodoxia se juntan 3 dedos: padre, hijo, espiritu santo. Lo que, traduciendo al lenguaje moderno, podemos interpretar como: juntar la mente, el cuerpo y el alma.
La mente en equilibrio da el cuerpo sano. Y todo esto es posible, cuando se escucha el alma.
Este equilibrio aplicamos en la unión de la mente con la vida (frente y el pecho (en ortodoxia tocan la barriga, que significa “ser”) y la dualidad del mundo: izquierda-derecha, (igual que blanco-negro, alto-bajo, tierra-cielo, bueno-malo, positivo-negativo, virtudes-faltas, etc, etc, etc) Es decir ACEPTAR, NO NEGAR. Aceptar la dualidad. Aceptar todo lo que haya en nuestro mundo, ya que todo es útil y existe para algo.
Los 2 dedos en catolicismo prácticamente lo mismo: naturaleza humana y divina, pero en versión reducida (¿tenían ellos diferenciarse en algo y demostrar que su “producto” es diferente y mejor o qué? )))) pero la esencia siempre es la misma: unidad entre mente (humano) – alma (dios). Y como consecuencia: cuerpo sano.
Al menos yo ofrezco esta interpretación de este ritual, en vez de un abstracto “padre, hijo, espiritu santo”.
Creo que explicado de forma “moderna” y con un lenguaje simple, logico y sin muchas “ohhh”…..”esoterismos”, todo se vuelve más claro, comprensible y por tanto accesible. Además, en accesible en ESTA vida 🙂y no en la que nos “espera después de la muerte”. Jeje.
De nuevo digo: no estoy justificando la iglesia, estoy justificando más bien la Biblia.
Y sin ir muy lejos, vamos a aplicar lo recién descubierto a lo casi recién dicho: cómo mantenerse en lo positivo: entender que NO EXISTE NADA MALO, ni negativo. Y si comprendemos este concepto, podemos proseguir a “descifrar” lo que nos quieren decir todas estas situaciones que nos desagradan.
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La foto de la cruz está hecha en el albergue parroquial Karl Leisner en Hospital de Órbigo. 🙂 Por cierto, un albergue genial! Me ha encantado.

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